martes, 24 de junio de 2008

REESCOLARIZACIÓN, EN BUSCA DE LAS OVEJAS DESCARRIADAS


La deserción escolar es definida como problema por la gran mayoría de nuestro país (me refiero a las autoridades), por organismos internacionales (como por ejemplo, la UNESCO), y por la gran mayoría de los países de occidente.

Todos los nombrados en el párrafo precedente, han declarado a la deserción escolar como un problema, debido a que, la mayoría de las veces, ésta viene acompañada de otros “problemas sociales” que incomodan de sobremanera a las instituciones formales (gobiernos de turno).

Me pregunto, ¿por qué el que una persona decida (haciendo uso legítimo de sus facultades, en especial de su libertad) no asistir más a un centro educacional formal, será un problema o una carga para el estado?

Creo que en realidad ese no es el problema, el problema real es que estas personas dejan de ser controladas por las instituciones estatales que fijan criterios y conductas deseadas por nuestra sociedad (como por ejemplo, las escuelas).

Siendo el ideal del estado el contar con una sociedad al estilo 1984 Orwelliano, el hecho de que haya personas que decida marginarse de la institucionalidad provoca que el estado busque alternativas para reincorporarlas al “sistema”.

El problema es el hecho de que las personas sean realmente libres como para decidir voluntariamente esta marginación y así ponerse del lado contrario de los ideales estatales, un modelo de ciudadano moldeado a lo largo de 12 años de escolarización formal, con una mínima capacidad de crítica social y manejable por la autoridad a voluntad.

Lo que debería preocupar al estado (si este fuera una entidad preocupada realmente por el bien común) es la posible vulnerabilidad social de quienes deciden abandonar las escuelas, es decir, los problemas que estas personas no pueden soslayar, debido a su falta de libertad y oportunidades para hacerlo (como por ejemplo, la pobreza, la situación de calle, violencia intrafamiliar, explotación laboral, etc). Creo que la educación escolar de 12 años que propone nuestro gobierno no garantiza, en ningún caso, que no habrá pobreza, que los sueldos aumentarán, que quienes estudien tendrán oportunidades de crecer y desarrollarse como personas, debido a que nuestro país está manejado por una minoría que estudia en colegios y universidades inalcanzables para quienes deciden abandonar las escuelas públicas, una minoría dueña de las empresas, que pretende mantener el statu quo del entramado social actual para así conservar su posición y sus privilegios.

La escolarización sería uno de los pilares fundamentales de este statu quo, pues a los alumnos se les enseña a seguir a esta minoría, como si fueran ovejas siendo arreadas por el terrateniente. La escolarización formal impide el pensamiento divergente, haciendo que las personas eviten debatir sus ideas y acepten lo que les viene impuesto desde arriba, desde las cúpulas de poder.

En cuanto al aspecto político del asunto, personas acríticas son más fáciles de convencer en relación con una postura política u otra. El voto del electorado escolarizado no ve más allá de la opción (abiertamente) capitalista de la Alianza o de la igualmente capitalista, pero encubierta, de la (en vías de desaparecer) Concertación.

Ahora bien, el fundamento para postular que la deserción escolar es un problema social es que esta provocaría una falta de desarrollo y proyección de las personas. Cosa que, en mi opinión, no está garantizada por 12 años de escolaridad mediocre y de baja calidad (que es la que ofrece el gobierno en estos momentos).

También se postula que la deserción escolar, muchas veces se acompaña de condiciones de vulnerabilidad social. Hecho que creo, es la resultante de una serie de procesos anteriores a la deserción escolar (como por ejemplo, la extrema pobreza).

El elevado costo de asumir estas fallas en nuestro sistema social, debería ser la razón que fundamentara la decisión de llamar problema social a la deserción escolar, pero claro, el gobierno jamás lo dirá expresamente, prefiriendo ofrecernos un problema (deserción escolar) y una solución (reescolarización) manejables ante la opinión pública (masa de escolarizados), que se quedará tranquila con esta solución parche a un problema más profundo y complejo.

Todo el asunto es un problema de voluntad y de recursos, ambos ausentes en el fondo de los discursos estatales.

Posibles soluciones al problema puntual de la deserción escolar, pasan por atacar los problemas de fondo que afectan a quienes deciden abandonar las escuelas. Sin embargo, si alguien quiere dejar de asistir a ellas, debería contar con una red social-estatal que lo llevara hasta la realización personal, pues ésta no sólo se logra asistiendo 12 años al colegio.

Muchas veces quienes abandonan las escuelas lo hacen buscando oportunidades para salir de su situación de marginalidad. Prefieren ganar dinero a estar sentados todo el día escuchando a un personaje hablar ante 42 niños más.

Esto me recuerda a un hecho que me sucedió hace dos días atrás. Estaba en una farmacia de Con Con comprando un medicamento. De pronto, las puertas del local se cerraron (cosa extraña a las 10:30 de la mañana). Comencé a escuchar a gritos de mujeres y logré apreciar una especie de forcejeo entre el guardia del lugar y 3 jóvenes (mujeres de alrededor de 15 años). Según escuché después de boca de uno de los farmacéuticos, se trataba de niñas del sector que se dedicaban a robar a locales comerciales de las cercanías. Pues bien, lo que más me llamó la atención fue que, al ser pilladas robando un par de desodorantes, se dirigieron al guardia de la farmacia y le dijeron: “aweonao, pa eso estudiaste, pa ser guardia y ganar 120 lucas toas cagonas. Esa cagá de plata me la gano en una semana robando”.

Tres jóvenes que deberían estar en el colegio se dedicaban a robar y tal vez, ganaban más dinero que una persona que terminó su educación secundaria. Esta realidad puede ser la de cualquier barrio, en cualquier parte de nuestro país, realidad que demuestra que detrás de la deserción escolar hay otras problemáticas que deberían ser atacadas antes que el síntoma, la propia deserción.

Por otro lado, la calidad de la educación ofrecida por el estado, está lejos de competir con la educación particular, aumentando la brecha entre ricos y pobres, lo que crea un resentimiento por parte de los pobres hacia los ricos y un menosprecio de los ricos hacia los pobres. Pero, como ya lo he dicho, ésta es la dinámica que las minorías poderosas de nuestro país desean mantener.

Entrando en temas de la psicología social, esta situación crea actitudes difíciles de cambiar en cada sector de la sociedad (en ricos y en pobres), creándose endo y exogrupos muy marcados y difíciles de penetrar.

El derecho a la educación y a la igualdad de oportunidades no son más que una linda declaración de principios que en la práctica no se cumplen en lo absoluto, debido a las desigualdades inherentes y necesarias al y para el sistema actual.

La inclusión social prometida por la escolarización y por la reescolarización, no es más que una forma de abaratar costos y de mantener a las personas dentro del rebaño.

Parafraseando a Fromm, la libertad no sólo asusta a las personas, sino también a los gobiernos, quienes pretenden controlarla bajo el pretexto de inclusión o problema social que debe ser solucionado.

Por último, la mirada debe centrarse en permitir que las personas, tomen la decisión que tomen (se escolaricen o no), tengan asegurada una vida que tienda al desarrollo personal, al de sus hijos y que se aseguren las posibilidades de surgir a quienes quieran hacerlo, es decir una especie de piso base que asegure el derecho a la libertad de educarme o no, pero que para cualquiera de los dos casos, permita romper la barrera de la mediocridad. Es decir, mantener a todas las ovejas en el mismo lugar, bajo las mismas condiciones, pero que sólo estén encerradas en el corral las que deseen hacerlo, sin que las que queden fuera de corran peligro de ser devoradas por un lobo o de ser miradas con desprecio por las que están dentro. O mejor aún, espero que en vez de a ovejas, se nos trate como a seres humanos dignos.

Toto: Pata de Perro