viernes, 16 de mayo de 2008

DE TERREMOTOS, ALUVIONES, ERUPCIONES Y OTROS DESASTRES NATURALES

Recuerdo como si fuera ayer lo ocurrido en Arica a mediados de los 80. Un terremoto sacudió la ciudad.

A eso del medio día, todo comenzó a moverse de un lado hacia el otro. En mi casa se cayeron todos los adornos de las repisas, la luz se cortó por varios días igual que el suministro de agua, grandes trozos de roca se desprendieron del morro, muchas casas fueron destruídas e incluso hubo personas fallecidas (no sé cuántas, pero sí se que las hubo, pues una de ellas era compañero mío de colegio).

Pues bien, mis primos y yo fuimos llevados a la casa de una de mis tías abuelas, que vivía en Azapa, zona segura en caso de algún tsunami o una réplica fuerte.

La semana que pasé en Azapa fue una de las mejores de toda mi niñez. Rodeado por todos mis primos (unos 15 niños) y por todos los familiares que llegarona refugiarse al valle.

Pasábamos horas jugando en el patio, con los pies en el barro, dándole de comer a las gallinas y corriendo de un lado al otro.

Por las noches, jugábamos cartas hasta tarde (apostando con porotos y lentejas) y dormíamos todos juntos.

El apoyo que se sentía de parte de y entre la gente mayor era inmenso.

Afortunadamente a nadie de mi familia le ocurrió algo muy terrible.

En esa época, el gobierno militar no hacía promesas, como lo hace hoy el gobierno con las personas afectadas por las catástrofes naturales (como es el caso de la erupción del volcán Chaitén), más bien se limitaba a sacar a la calle a cientos de soldados que evitaban el pillaje y a confiar en la solidaridad de los chilenos con campañas como "Chile ayuda a Chile" (en la que se enviaba ayuda desde el sur del país), medidas que tampoco son las más adecuadas.

En fin, es de esperar que las personas, a las que los gobiernos de la Concertación les ha prometido tanto, puedan salir adelante y mirar hacia el futuro con optimismo. Eso sí, siempre y cuando el gobierno cumpla lo prometido y no los deje esperando como a muchos otros (por ejemplo, a los cientos de damnificados del terremoto que azotó al país hace un par de años, en el que muchas de las iglesias nortinas se vinieron abajo) quienes aún siguen creyendo en estas "promesas mediáticas".