Me encuentro hoy en uno de los diarios de Valparaíso, con la publicidad de un local a orillas de la playa, en la cual se lee "Tu retiro espiritual de Semana Santa vívelo en Reñaca".
Chile es un país que, desde la llegada de los españoles, posee una fuerte tradición católica, apostólica y romana. En lo personal, me siento alejado de esta posición, pero lo que me llama la atención es cómo los comerciantes locales ven la posibilidad de enriquecerse a costas de una fecha que se supone es tan sensible para el resto de mis compatriotas.
Según recuerdo, de mis clases de religión en el colegio, la Semana Santa es una fecha de reflexión (para los cristianos), debido a la muerte y resurrección de Jesús. Sin embargo, se ha convertido en una oportunidad para salir de compras, comer, beber en exceso y, si es que queda tiempo, ir a misa a escuchar, cabeceando, lo que diga el cura.
En realidad, de reflexión no tiene mucho esta fecha hoy en día.
Con la excusa de no comer carne, los católicos en Chile se dan suculentos festines a base de pescado y mariscos. Una vez más, la reflexión queda relegada a algún horario después de la siesta de rigor.
En fin, la cuestión es preguntarse qué sentido tienen hoy fechas como esta. ¿Son una oportunidad para los comerciantes (de ganar dinero), para escapar de la ciudad e ir a la playa, para comer rico, para dormir o para reflexionar?
Pienso que lo que deberíamos hacer es volver a las creencias que, como cultura latinoamericana, nos son más propias, como el culto a la pacha mama (madre tierra), al puma, al Dios Inti (sol), al arco iris, etc.
Creo que lo incaico nos es más propio y más sano que lo católico importado por el europeo en el proceso de conquista.
No es que tenga algo en contra de lo católico o de lo europeo, para nada, lo respeto mucho, sino que abogo porque tengamos, como continente, una identidad propia y definida que nos haga auténticos e interesantes (otro día ahondaré más en el tema).
Foto: Weiko
Chile es un país que, desde la llegada de los españoles, posee una fuerte tradición católica, apostólica y romana. En lo personal, me siento alejado de esta posición, pero lo que me llama la atención es cómo los comerciantes locales ven la posibilidad de enriquecerse a costas de una fecha que se supone es tan sensible para el resto de mis compatriotas.
Según recuerdo, de mis clases de religión en el colegio, la Semana Santa es una fecha de reflexión (para los cristianos), debido a la muerte y resurrección de Jesús. Sin embargo, se ha convertido en una oportunidad para salir de compras, comer, beber en exceso y, si es que queda tiempo, ir a misa a escuchar, cabeceando, lo que diga el cura.
En realidad, de reflexión no tiene mucho esta fecha hoy en día.
Con la excusa de no comer carne, los católicos en Chile se dan suculentos festines a base de pescado y mariscos. Una vez más, la reflexión queda relegada a algún horario después de la siesta de rigor.
En fin, la cuestión es preguntarse qué sentido tienen hoy fechas como esta. ¿Son una oportunidad para los comerciantes (de ganar dinero), para escapar de la ciudad e ir a la playa, para comer rico, para dormir o para reflexionar?
Pienso que lo que deberíamos hacer es volver a las creencias que, como cultura latinoamericana, nos son más propias, como el culto a la pacha mama (madre tierra), al puma, al Dios Inti (sol), al arco iris, etc.
Creo que lo incaico nos es más propio y más sano que lo católico importado por el europeo en el proceso de conquista.
No es que tenga algo en contra de lo católico o de lo europeo, para nada, lo respeto mucho, sino que abogo porque tengamos, como continente, una identidad propia y definida que nos haga auténticos e interesantes (otro día ahondaré más en el tema).
Foto: Weiko
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