martes, 11 de marzo de 2008

SILENCIO


Callar, al igual que hablar, resulta ser uno de los derechos fundamentales del ser humano. En muchas ocasiones el silencio nos incomoda, nos es ajeno, nos hace parecer algo distantes con el resto e incluso, a veces, nos disfraza de despectivos con los demás.

Sin embargo, creo que el silencio es algo delicioso, íntimo y necesario.

En el mundo moderno los espacios de silencio, al ser escasos, se agradecen. Las calles están cada vez más saturadas de contaminación acústica, los televisores están en todos lados emitiendo su monótono ruido, los bocinazos de los automóviles turban el ambiente y ya es casi imposible darse cuenta del ruido normal que emana de nuestro planeta.


El silencio nos hace reflexionar, conectarnos con nosotros mismos, con nuestros pensamientos y emociones, también nos hace escuchar a los demás y prestarles toda nuestra atención.


¿Dónde se ha ido el silencio? ¿quién lo asesinó? ¿se puede recuperar?


Hoy, cuando la mayoría de las cosas que se dicen tienen más que ver con lo que pasa en la televisión que con lo que pasa con nuestras vidas, el silencio pide a gritos ser revivido por todos nosotros. Apagando un televisor, cerrando la puerta de tu pieza, leyendo más, nos ayudamos a conectarnos con nuestra voz interna que necesita del silencio para comunicarse con nuestro ser consciente.


Embrutecidos, decía un viejo familiar mío, es como nos encontramos hoy en día al escuchar más de lo que en realidad necesitamos, al escuchar palabras superfluas y sin significado que lo único que provocan es la creación de relaciones débiles y quebradizas.


Estar con tu pareja, con tus hijos, con alguien a quien quieras mucho, en total y pleno silencio, es algo impagable. Ser capaces de escuchar la respiración del otro cerca de uno es emocionante y enriquecedor (cosa que hoy es casi imposible debido al ruido ensordecedor de la vida citadina).


Creo que hoy en día le tememos al silencio, como si el decir nada fuese signo de debilidad, cuando no es así, sino todo lo contrario, pienso que es signo de reflexión y respeto.


Por supuesto que en todo momento me estoy refiriendo al silencio escogido, al libre silencio y no al silencio impuesto por la fuerza, cosa perjudicial para cualquier criatura.


En fin, hablemos, hablemos mucho, comuniquémonos, pero sin olvidar que el silencio también es comunicación y como tal, merece ser escuchado y tomado en cuenta.