sábado, 2 de febrero de 2008

FERIA SABATINA

Cuando era chico era el Agro de Arica, hoy, es la feria del estero Marga marga o la feria de la avenida Argentina el lugar donde compro la fruta y la verdura semanales. Sin lugar a dudas, ir a estos lugares a abastecerse de provisiones es toda una experiencia, agradable, pintoresca y llamativa. Te encuentras con personas de todo tipo, con todos los colores de la escala cromática presentes en la fruta y en la verdura, con los olores más variados y con la calidez del chileno humilde y trabajador que cariñosamente te llaman "caserito". Puedes ver y elegir lo que compras, pero por sobre todo, se agradece la conversación con el feriano, cosa inexistente en los hipermercados que, hoy en día, emergen como maleza en todas las ciudades del mundo, cuya principal característica es la impersonalidad y el individualismo propio de cualquier self service. Con la única persona que te relacionas en estos lugares es con el o la cajera de turno (casi siempre con cara amargada por las extenuantes jornadas laborales y por la monotonía del trabajo), cuyo discurso está 100% pauteado por la cadena de supermercado y del cual el empleado no puede despegarse ni una sílaba. En cualquiera de estos lugares el discurso es el mismo "buenos días, ¿acumula puntos?", "¿donaría 1 peso al la fundación tal o cual?" y "muchas gracias por su compra". En un modelo como ese sólo le interesamos a la empresa como consumidor y no como persona, en cambio en la feria, con la sola pregunta "¿cómo le ha ido casero?", nos sentimos distintos, tomados en cuenta por como somos y no por lo que llevamos en nuestro bolsillo. Esperemos que la feria chilena no se extinga como lo hicieron los viejos almacenes de bariio, comidos por las megatiendas.